Era una calurosa tarde de verano y había estado caminando bajo un sol de justicia. La saludó como siempre, desafiante.
El teléfono sonó alrededor de las 4 de aquel viernes que nunca olvidaría.
Después, silencio. Un silencio aterrador, ensordecedor, desprovisto de héroes y teñido de negro.
Imagen: perroviajante |
Paradójicamente, el lugar que fuera testigo mudo del inicio, lo sería también del fin de una historia que marcaría un punto de inflexión en su vida.
Quedaron muchas cosas por hacer, muchas cosas por decir y unos cuantos momentos para el recuerdo.
" Habrá otras ocasiones ", dijo. Posiblemente tuviera razón y sí que las haya; posiblemente en otras vidas.
:(
ResponderEliminarA veces parece que sólo somos unas pequeñas máquinas de recuerdos...