Una de tenderos

Acostumbrados a las grandes superficies donde el trato es tan impersonal e incluso inexistente, sorprende muy gratamente encontrarse de vez en cuando con la figura del tendero.

Ahora son generalmente de otros países y algunos ni siquiera hablan nuestro idioma, como es el caso de la mayoría de las tiendas de comestibles regentadas por asiáticos.
Sin embargo conozco una excepción: Hay una tienda de "chuches y variantes" en una avenida de mi ciudad cuyo dueño y dependiente es un ciudadano asiático que sorprende, entre otras cosas, por la limpieza y el orden además de por la luminosidad, porque no tiene ningún producto caducado, por la amabilidad, simpatía y buena disposición del tendero y su dominio del castellano.

Imagen: Interactuar

Se llama Ray, o así le llaman los que le conocen. Todos hablan con él y le cuentan sus vidas como si fuera un colega de siempre y a todos trata como si fueran sus mejores amigos. Siempre dispuesto a echar una mano, Ray es la excepción que confirma la regla por lo que me declaro fan incondicional.


Por otro lado aún siguen existiendo, aunque cada vez menos, los tenderos de antaño tipo Chema, el personaje de la serie Aida. Como aquel que me vendió una bolsa de exquisitas patatas fritas mientras nos contaba su vida y milagros, y nos informaba acerca de las estrategias de los fabricantes de aperitivos para que los consumidores hagamos, de buen grado y sin rechistar, algo que en realidad les corresponde hacer a ellos.

Ójala tenga la posibilidad de encontrarme con muchos más de estos y poder recordarlos toda la vida como a Vicente el de la churre, que te servía las patatas siempre con una sonrisa, o Titas la de la tienda de ultramarinos, que siempre tenía una palabra amable, o el señor del kiosco que estaba al lado de la iglesia, cuyo nombre no recuerdo....

¿Y si toca?


Un día alguien me contó lo que haría en el caso de que le tocasen 300.000 millones de euros: Compraría chalets para amigos y familiares en una urbanización con forma de U y viajaría.
En otra ocasión otra persona confesó que lo utilizaría (entre otras cosas) para viajar al espacio.
En ambos casos me ofrecí a gestionar su patrimonio. Por supuesto.
Está claro que cada uno sueña con una cosa, que cada cual lo invertiría en cosas diferentes y que todas son absolutamente respetables.

Imagen: Reuters
En mi caso lo primero que haría sería recuperarme del shock y después, lo dedicaría a asegurar un techo bajo el que cobijarse de por vida, tanto para mí como para mis seres queridos. Viajaría hasta hartarme, incluso al espacio. Invertiría en cosas que me permitieran mantener los techos anteriormente citados y a sus moradores. Ayudaría a cumplir los sueños y cubrir las necesidades de otros y me apartaría del mundanal ruido viviendo sin lujos.

Ya sé que todo esto suena a tópico e incluso a utópico. Lo cierto es que hasta el momento en el que nos veamos en esa situación no sabremos lo que haremos, de modo que os invito a seguir soñando. Que es gratis.

Calle de El Tato

Resulta curioso como a veces imaginamos cosas que no tienen en absoluto que ver con la realidad.
Si cierras los ojos y tratas de imaginar una calle con el nombre de "El Tato" existe la posibilidad de que tu imaginación te lleve a lugares humildes, llenos de bloques de pisos que no destacan
Antonio Sanchez "El Tato"
Imagen: aplausos.es
precisamente por su belleza arquitectónica, o de casitas bajas con una pila de años y escasas, o poco cuidadas, zonas verdes.

Este lugar que suena a canción de Melendi, está dedicada a un torero del siglo 19 que tras retirarse profesionalmente asistía a todas las corridas posibles, independientemente del cartel de la misma.

Lo llamativo del caso es que me encontré con dicha calle en un lugar plagado de casas de ensueño, colegios privados, extraordinarias zonas verdes, gente (poca, como es habitual en ese tipo de sitios) que hablaba en otros idiomas, embajadas.....Donde lo que cabría esperar sería ver carteles con nombres como Paseo Conde de los Gaitanes, Calle Senda del Infante, Avenida de la Galaxia, Calle diplomáticos, Ronda Bungacilla del rey....
Para remate, en la esquina de la calle de "El Tato" hay un chaletaco de un color rosa burdel que me lleva a pensar en que, más que a una de Melendi, suena a canción de Sabina.